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Foto del escritorJulia Rebottaro

serie nuestras casas "la hija del doctor"



En la casa de mi amiga que su papa es doctor, todo parece como en las novelas de la televisión. Voy seguido, nuestros padres no tienen nada que ver pero son amigos, comparten algunas veces mesas en el club, y los finales de nuestros cumpleaños suelen ser grupos de adultos que beben, comen y conversan exaltados. Se hicieron compañeros porque nosotras amigas.

La mamá es alta, bien delgada y un tanto pálida de más; siempre viste sobria y a cada desplante de su hija del medio, mi amiga, ella remata con la frase “le voy a decir a tu padre cuando regrese”. Su padre nunca está cuando estamos en su casa.

Mi amiga tiene el pelo negro, crespo, duro, a los hombros, es huesuda y delgada, no es linda, pero ella consigue que todos creamos que es la más deseada; le gusta pelear, enfrentar, dividir, pero logra que todos queramos estar cerca de ella. Es buena alumna, es prolija, tiene todos los accesorios de Barbie que llegaron este mes al Bazar “Las Novedades”, tiene todas la blusas que recibieron “en la casa de Susana” LA ÚLTIMA semana. Juega bien al tenis y le contesta fuerte a su mamá.

En la casa de mi amiga la hija del doctor las ventanas tienen vidrios espejados. Robustas columnas interfieren los ambientes. Hay balcón en cada cuarto. Techos de lajas verdes brillantes. Una escalera alta de ladrillos a la vista te lleva a la puerta de entrada. Hay subsuelo con depósito de alimentos y segundo piso con cuartos para todos.

Se come puré chef, se toma Nescuik sabor frutilla, se comen Chocolinas y Tentaciones sin pedir permiso y sin miedo a que se terminen. Estudian ingles tres veces por semana. Cuando mi amiga le contesta provocadoramente a su mamá, muchas veces ella se cansa y luego de amenazas varias, corren alrededor de la mesa de la cocina, mi amiga disparando insultos y su madre con el cinto en la mano buscando alcanzarla. Tiene un hermano menor, con cara de asustado y silencioso en extremo, es un niño y parece no existir. El hámster de la pecera es de él. Hay algo que los vuelve parecidos. Su hermana es calma, tiene rulos, es más grande y no creo que se crea la más linda.

Mi amiga creo que es mi amiga porque tengo poco en mi casa de lo que ella tiene en la suya. No hay cintos voladores, ni insultos en gritos permitidos, mi padre cocina seguido, mis hermanos tienen carácter, las Criollitas se comen con manteca y mermelada, la ropa la cose mi abuela y la humedad dibuja en las paredes manchas que en las horas aburridas de los encierros de lluvia cobran vida convirtiéndose en imágenes según mi antojo.

En la casa de mi amiga una tarde, estaba su padre, dormía la siesta, y yo por no sentirme cómoda, por estar inhibida, no pedí pasar al baño y me hice pis encima.


Invierno de 2017, Buenos Aires

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