Ella se levantó
Sentada al borde de su cama
Con las arrugas del sueño en el cuerpo
Tomó sus dos pequeñas perlas y las colgó en sus orejas
Miró al sol filtrarse en los recovecos de la persiana
Dejó encandilarse y enceguecida por la primer claridad
Se puso de pie
Sucedió el abrazo, firme calidez de esa sujeción
El cuerpo cediendo frente al gesto
Tomó la correa de soga y abrió la ventana de lleno al día
Sintió el verano
Silencioso, amarillo, intrigante
En movimiento
Ella conduciéndose al baño
La brisa cálida bailando con las traslúcidas cortinas verdes.
Levantó la seda por sus piernas, se dejó acariciar por el roce del camisón
Y orinó
Sentada allí
Recuperó las grandes manos tomando sus muslos, deseosas y amables
El estremecimiento, la sensación
Incorporada abrió el grifo, corrió el agua
Entibio y lavó su cara
Humedecida frente al espejo miró su boca
La entendió besada
Sus senos entumecidos
Duraznos maduros para el disfrute de lo dulce y jugoso
Lo áspero de la toalla sobre los poros abiertos
El sosiego.
Caminó, atravesó cada ambiente sigilosamente
Dentro de sus pasos, en la geografía de su hogar
Ella extranjera
Su todo poseído por roces ignotos
Agarró un vaso
Con el gotero contó 4 gotas de manzanilla
Agregó agua y bebió
Dejó inundarse por lo dulce
Rebalsó su cuenco de boca
Mojó su cuello
Abrió ríos en sus curvas
Consintió que sucedan
Recorridos nunca transitados.
Supo del soplo intenso que avisaba tormenta.
En silencio sentó su cuerpo en el sillón del living
Junto al ventanal
Las arqueadas pestañas de sus ojos circulares
Contuvieron lágrimas
El teléfono en sus manos
Ninguna palabra
Silencio, miedo al rugido
Del rasguño, del quiebre
Raspó cada dedo, quebró la piel
Mordió las cutículas
Evitó el mensaje
Ancló su presente, quedó inmóvil
Las nubes corrían despacio
El cielo se encapotó
El gato de un salto se arrullo junto a ella
Se recostó y contempló el afuera
La clausura oscura y sin tiempo
Adentro
La punzó profundo
El llanto quebrado la ovilló.
Durmieron.
La suavidad del roce animal
Frotó el arco de sus pies
Despertó casi sonámbula
Era el día, ya no había hora
Deslizó los dedos de su mano
Cavó su entrepierna
Desenredó su pubis
Encontró miel
Un gemido, una caricia
Se retorció placentera y profunda
Hurgó sus cavidades animada al goce
Estiró sus piernas
Parecían serpientes
Lustrosas, erguidas, desafiando a la presa
Arqueó su espalda
Y gritó.
Bien despierta
Miró hacia los costados
Se sintió observada
Se supo sola
Incorporó su todo en un solo movimiento
El horizonte despejando atesoraba más calor.
Abrió la ducha, se sumergió
Recorrió sus perfiles
Espumó blanco y frondoso su pelo
Lo brotó con agua, lo dejó mojado
Salió estampada en mil gotas
Resplandeció en aceites sus pliegues
Anduvo desnuda dejando su huella
Grabada sobre madera
Del ropero eligió cuatro cosas
Sandalias livianas
Vestido invisible rosado
Pezones bien despiertos
y un bolso que colgó improvisado en su hombro derecho.
Afuera atardeció naranja, las baldosas rojo profundo
Caminó recto
Solo ella
El resto estaba quieto
Llegó al viejo bar
Olía a tabaco y vasos vacios
Armó un cigarrillo y uno más
Encargó whisky con dos hielos
Y bebió
Los volúmenes abruptamente despertaron
Se encendió algún rock and roll
Allí quedó sentada
Suspendida
Mientras el vaso empañaba su compás.
Buenos Aires, Enero 2018.
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