Novela en proceso
3
Los gallos dialogaban y algo en el sueño empezaba a despabilar por la mañana. Se puso el jean, prendió su camisa, pasó por la cocina y de un sorbo bebió la leche que sobraba de un vaso a medio tomar, en patas salió a la galería, se acercó al abundante helecho que tenía enfrente y regó caliente de meo la tierra deshidratada del patio.
Entró al cuartito. La puerta de madera pintada de laca marrón era la única que no se cerraba con candado por las noches. La piel de gallina por el frío acumulado de ese rectángulo sin luz lo termino de despertar. Colgaban delante de él las herramientas. Oxido, sangre, tierra y ceniza, el perfume resultado del paso del tiempo, la corrosión, y el volcán. Cachilo se le acerco cómplice y gastado, en su ceguera de perro viejo lo intuyó y fue al roce directo con sus rodillas, él lo acarició rudo mientras descolgaba el machete.
Salieron hacia el fondo, y con apenas un claro en el cielo comenzó a limpiar de a una las ramas acumuladas de la poda de ayer, el machete destinado a descuartizar nudos insurrectos se ostentaba ágil dirigido por sus manos firmes y entendidas. Restos de naturaleza muerta lo inundaban. La sangre brotaba por las venas secas de la tierra ajada, se dibujan canales, él poseído en su tarea cada vez se tornaba más rojo, ácido y certero.
Por el filo de su ojo derecho lo intuyó, sigilosos se midieron, intentaron prever el próximo movimiento del otro, extendió en velocidad su brazo, como un látigo alcanzó con el filo de su machete el cuello del sorprendido animal que tieso y aun con gesto de vida desangró su existencia en un instante; supo de inmediato que la piel de ese gato montés sería el regalo para el cumpleaños de su abuela.
Buenos Aires, 2019/ 2020
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